Si Familia Torres suele estar entre las 50 bodegas más admiradas del mundo, según el panel de expertos de la revista ‘Drinks International’, que este año la ha colocado en cuarta posición, es por varias razones. Primero, por la calidad de sus vinos, por su relación calidad-precio y por la fuerza de la marca y marketing. Pero también influyen proyectos tan interesantes como la recuperación de variedades ancestrales.
Viene esto a cuento porque acaba de lanzar su último vino, Clos Ancestral Blanco, elaborado con forcada, y no hay viaje al pasado que tenga más futuro ahora mismo. Así que toca destacarlo y brindar por él, y por los otros cuatro vinos que Familia Torres ha ido lanzando en los últimos tiempos.
Un bonito trabajo de investigación y desarrollo que la bodega catalana lleva años, décadas, haciendo. Buscando y encontrando ejemplares ‘descatalogados’ (a veces en el margen de un camino), analizando su ADN para saber qué tienen entre manos, reproduciéndolos ‘in vitro’ en el laboratorio, poniéndolos a prueba en sus viñedos experimentales para ver si se adaptan al campo, intentando luego vinificarlos…
El laboratorio donde crecen ‘in vitro’ las variedades ancestrales que encuentra Familia Torres.
Prueba-error, prueba-error. Prueba-error. Paciencia, paciencia y más paciencia. Y fe, mucha fe en seguir un camino que casi nadie se ha atrevido a transitar durante ¡40 años!
Pero ahí están los resultados. Cinco vinos, y los que vendrán. Cinco joyas que reflejan el pasado olvidado y que marcan el futuro porque estas variedades, además de convertirse en vinos únicos, se adaptan mejor que ninguna al cambio climático ya que resisten mejor las altas temperaturas y la sequía.
Clos Ancestral Blanco (Penedès)
Comenzamos por el último en llegar. Un blanco ecológico elaborado mayoritariamente con la variedad prefiloxérica forcada, la única blanca de las más de 50 recuperadas por Familia Torres que reúne las aptitudes para conseguir con ella grandes vinos.
Clos Ancestral Blanco también lleva un pequeño porcentaje de xarel·lo que aporta complejidad aromática con notas herbáceas y recuerda que estás bebiéndote el Penedès). Perfumado y fresco, en la nariz destaca la fruta sobre un fondo de hierbas aromáticas, mientras que en la boca es directo, vivaz, con una agradable textura fruto del trabajo sobre lías.
Ideal para aperitivos y comidas con ingredientes sencillos y apenas condimentados, como marisco crudos o fritos, sushi, pescados a la plancha, quesos de cabra jóvenes y ensaladas que contengan hierbas frescas. 16,75 €.
Grans Muralles (Conca de Barberà)
Seguimos con el que fue el primero que incorporó una variedad ancestral. El vinazo de Familia Torres Grans Muralles tiene garró, descubierta allá por los años 80. Destaca por su baja productividad, su maduración tardía y su potencial enológico. Por eso se plantó en la Conca de Barberà. Con ella se creó, en 1996, esta referencia emblemática de la bodega.
El hallazgo de otra cepa antigua en 1998 cerca de Querol (Tarragona) también acabó, a partir de 2009, en el Grans Muralles. Esta nueva-vieja variedad tinta que adoptó el nombre del pueblo donde fue descubierta es del todo femenina, una rareza que hace que las bayas sean más e irregulares, y que tenga poco productividad. Eso sí, sus cualidades organolépticas son excelentes.
Así pues, Grans Muralles completa el coupage de garnacha tinta, cariñena y monastrell con las citadas variedades ancestrales garró y querol. Un vino muy mediterráneo. 155 €.
Clos Ancestral (DO Penedès)
En 2019, Familia Torres lanzó este vino que incorpora moneu en su coupage. Localizada a finales de los años 90 en el límite de la DO Penedès, se convirtió en un bendito hallazgo en tiempos de calor y sequía, porque esta variedad resiste de maravilla las altas temperaturas y la escasez de agua. En 2016, la bodega la reintrodujo en la región, concretamente en la finca del Castell de La Bleda, cerca de la preciada finca Mas La Plana.
¿A qué huelen, a qué saben los vinos con moneu? Desprenden un intenso aroma de fruta fresca y perfumada; son golosos en boca, con una marcada acidez, buena concentración y taninos equilibrados.
Se puede comprobar desde 2019, cuando se estrenó como integrante del vino ecológico Clos Ancestral, junto con tempranillo y garnacha. Es un vino fresco y aromático, con buena concentración, complejidad y equilibrio. Su delicadeza le aporta una distinción inusual y mucha personalidad.
Por cierto, la moneu va ganando peso en las nuevas añadas y, como guiño a su condición de ancestral, parte de la vinificación se realiza en ánforas y tinajas de barro. 16,75 €.
Forcada (DO Penedès)
Familia Torres ha plantado la forcada en dos de sus fincas situadas en el Alt Penedès, en Mas Palau, en Santa Maria de Miralles, a 550 metros de altura, y más recientemente, en 2020, en Les Escostes, en La Llacuna, una antigua viña de terrazas y muros de piedra seca situada a 700 metros de altura en su punto más alto para buscar los límites de maduración de esta variedad. Tal es la fe que tiene la bodega en esta variedad.
Su ciclo es largo, y tiene la virtud de ser muy vigorosa y productiva. Además, sorprende por su intensidad aromática y frescura, con un perfil marcadamente mediterráneo por los aromas de hierbas, flor blanca y notas cítricas, muy finas. Fue uno de los nueve vinos de la bodega que consiguieron más de 90 puntos Parker (en concreto, la añada de 2016). Con ella se elabora un monovarietal de pequeña producción destinado a la alta restauración. 56 €.
Pirene
Y acabamos en lo más alto. Porque otra de las variedades ancestrales recuperadas, la pirene está plantada en la finca que Familia Torres tiene en Tremp (Lleida), a 950 metros sobre el nivel del mar. Se ha adaptado de fábula estas viñas de altura, ya que madura lentamente y se cosecha habitualmente a mediados de octubre.
Se trata de una variedad tinta con mucho color y un alto nivel de taninos. Muestra mucha fruta roja, con un toque mineral y especiado. Es elegante y sorprende en boca por su textura y finura, de fruta sabrosa y a la vez fresca.
Poca broma con su nivelazo: el crítico de vinos del ‘The New York Times’, Eric Asimov, proclamó que había sido uno de los mejores 12 vinos que había catado en 2019. De esta variedad, Familia Torres elabora un monovarietal de pequeña producción destinado a la alta restauración. 47 €.
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