El periodismo gastronómico en España se encuentra ya en una fase de plena madurez. A lo largo del último medio siglo ha ido sumando formatos como la crítica, las guías o programas televisivos, que lo ponen al nivel del ámbito internacional. Por otro lado, en las últimas dos décadas la eclosión de los formatos digitales ha dado lugar a un campo de experimentación que ahora, a comienzos de 2022, comenzamos a poder analizar con un mínimo de perspectiva histórica.
La generación 2020
Como fruto del proceso evolutivo que hemos analizado en los capítulos anteriores y que ha traído al periodismo gastronómico español a la modernidad plena, atravesamos un momento de cambios particularmente interesantes. Para entenderlo es importante recordar de dónde venimos y, sobre todo, la velocidad a la que se han producido cambios que han demostrado ser esenciales para dar forma al contexto actual:
1969: se inaugura la crítica gastronómica en España
Años 70: aparecen las primeras guías gastronómicas propias
Años 80: arranca la relación entre televisión y cocina/gastronomía
Años 90: a finales de la década nacen las primeras páginas web y los primeros congresos gastronómicos
2000: se funda Tripadvisor
2003-2004: nace el fenómeno blog. Se funda Facebook
2005-2009: aparecen las primeras revistas digitales y los primeros suplementos online. En 2005 se funda YouTube y en 2006 aparece Twitter. En 2009 nace WhatsApp
2010: se popularizan las redes sociales. Nace Instagram
2013: se fundan Telegram y Patreon
2016: se funda TikTok
2017: aparece Substack
Estos hitos temporales, a los que podríamos sumar algunos más como la aparición de agregadores de noticias, de plataformas como Reddit, Pinterest, Tumblr o LinkedIn y de servicios como Mailchimp, cambian por completo el escenario. Ya no se trata solamente de que un autor tenga infinidad de plataformas a las que recurrir para dar a conocer su trabajo sino de que el flujo de información se transforma y se democratiza, con los riesgos, eso sí, que implica el acceso masivo sin que haya, en muchos casos, un trabajo especializado y crítico sobre las fuentes.
En cualquier caso, el panorama es hacia 2018 radicalmente diferente al que existía tan solo diez años antes. La sociedad se encuentra en una fase de hiperconexión desconocida hasta la fecha y el periodismo gastronómico no es ajeno a esta realidad.
En el ámbito periodístico y en lo relacionado con la producción gastronómica esto se suma a la llegada al sector profesional de los primeros egresados de los nuevos módulos y titulaciones especializadas que han ido apareciendo en los años anteriores.
En 2009 se funda el Basque Culinary Center, inspirado en cierta medida por la Università di Scienze Gastronomiche di Bra (Italia), creada en el año 2004. A partir de aquí se sucede la aparición de toda una serie de titulaciones y centros inexistentes hasta entonces en España que demuestran no sólo la necesidad que había de una especialización sino, sobre todo, la demanda de la misma por parte del mercado laboral.
Basque Culinary Center
Entre otros cabe destacar la aparición de The Foodie Studies, de la plataforma Gastroactitud, de GASMA (Gastronomy & Management University Campus, CEU-Universidad Cardenal Herrera), de Barcelona Culinary Hub y, junto a ellos, la creación de títulos propios en centros como la Universitat Abat Oliba, la Universitat de Barcelona, la Escola Superior d’hostaleria de Barcelona, la Escuela de Periodismo UAM-El País o la Universidad de Cádiz, los títulos que ponen en marcha los CRDO Vinos de Jerez y Montilla-Moriles o la World Olive Oil Exhibition, entre otros.
Al mismo tiempo, el entorno se ha ido transformando. El fenómeno blog ha ido quedando relegado y ha sido sustituído por redes sociales como Twitter, YouTube o Instagram que comienzan a mostrar su potencial periodístico. Y, al mismo tiempo, estos formatos ponen de manifiesto las posibilidades de algunos modelos de autoedición que nuevos autores aprovecharán para dar a conocer y posicionar su producción.
La entrada del Grupo Vocento en gastronomía supone también un factor determinante en este periodo. Con el periodista Benjamín Lana al frente de Vocento Gastronomía, el grupo no sólo tiene un fortísimo desarrollo en este periodo, con presencia en multitud de medios impresos y congresos especializados, sino que se convierte también en aglutinador de algunas de las firmas esenciales de estos años.
También en este momento nacen plataformas como Gastronomistas, un proyecto que da cabida a nuevos autores, o revistas y publicaciones digitales como la desaparecida Playground, ampliando el ecosistema gastronómico y dando cabida a nuevas voces, pero también a nuevos enfoques.
Son años de cambio en el periodismo gastronómico internacional. A los relatos tradicionales se suman, especialmente a partir de 2010, enfoques que tienen en cuenta aspectos novedosos relativos a la diversidad y a la pluralidad social. Cuestiones de pertenencia a grupo, de exclusión, de género, identitarias, ideológicas, laborales y una creciente preocupación ambiental dan lugar a un sustrato nuevo del que sólo estamos empezando a ver los primeros frutos. Los relatos se multiplican y esto da cabida a nuevas voces, nuevos medios y nuevos formatos.
2020 puede, de alguna manera, ejercer un papel simbólico. Los nuevos fenómenos digitales han tenido tiempo para consolidarse, movimientos sociales como Me Too o Black Lives Matter han dejado una honda huella. Y todo esto coincide en el tiempo con la entrada en el mercado laboral de estas nuevas voces salidas de los centros y titulaciones de reciente creación y con un momento traumático: la pandemia de Covid-19, que supone una pausa, una redefinición y, seguramente, el comienzo de muchas cosas que apenas empezamos a intuir.
De este modo, nos encontramos con una nueva generación de autoras y autores formados en un periodo entre dos crisis globales en centros como el Basque Culinary Center, en el Masterñam de la Universidad de Cádiz o en The Foodie Studies; gente que ha pasado por publicaciones desaparecidas como Playground o por otras de menor visibilidad en su momento como Zouk Magazine o Food Undercover. Y esto enriquece el panorama.
Es difícil aún determinar la influencia de cada formato, de cada publicación o de cada nombre de esta nueva generación, ya que nos falta perspectiva histórica. Aún así, es posible ir apuntando algunos que están ya en activo y que demuestran el potencial de este constante cambio.
Hablamos, por ejemplo, de Carlos G. Cano, salido del master en periodismo de El País y al frente en la actualidad de la información gastronómica en Cadena Ser, pero también de Igor Cubillo, Sergio Gallego, Marina Martínez, Jose Berasaluce, José Ramón Navarro, David Díaz, David Moralejo, Trinitat Gilbert, Josep Sucarrats, David Fernández Prada, Carme Gasull, Gabriel Bartra, Elvira Aldaz, Miguel Llano, Jesús Trelis, Bep Allès, Paco Alonso, Pep Pelfort, Óscar Gómez, Xesco Bueno, Fran Belín, David Remartínez, Rogelio Enríquez, Belén Parra, Alexandra Sumasi, Rubén Galdón, Marta Miranda, Óscar Soneira, Paco Cruz, Miriam García, Javier Suárez, Esther Ibáñez, Yanet Acosta, Danny Salas, Jordi Luque, Mayte Apresta, Mercedes Cámara, Concha Crespo o Almudena Ábalos y Helena Poncini, que junto a Paz Álvarez acaban de poner en marcha El País Gastro.
Pero es en una generación aún más joven en donde los nombres se multiplican: Inma Garrido, Rosa Molinero, Macarena Escrivá, Carmen Alcaraz, Marc Casanovas, Guillermo Elejabeitia, Txema Marín, Bruno Tannino, Lakshmi Aguirre, Santi Rivas, Ana Luisa Islas, Óscar Broc, Yaiza Saiz, Ricard Martín, Julia Laich, Miquel Bonet, Miguel A. Palomo, Iris C. Permuy, Carlos Doncel, Claudia González Crespo, Marta Moreira, Abraham Rivera, Lourdes López, Eva Vicens, Isabel Torres Siller, Adrián Delgado, Isabel Loscertales, Laura Conde, Sandra Lozano, Cristina Barbero, Claudia Polo, Carles Armengol, Anna Mayer, Lucía Franco, Alfredo Maluenda, Lara Villanueva, Laura Pintos, Marina Martínez, Jaime de las Heras, Andrea del Valle, Paula Pons, Lidia Caro, Carla Centelles, Olga Briasco, Marina Vega, Sara de la Peña, Laia Zieger, Paula Pons, Thalia García, Jessica Pintor, Lola Alonso, Andrea Pérez Bouzada, Amara Santos, Curro Lucas, Javier Llavona, Álvaro Salinero, Laia Antunez, Silvia Alberich, Ferran Imedio, Liliana Fuchs, Diego Domínguez Almudévar, Mer Bonilla…
Muchos de estos nombres empezaron en publicaciones efímeras, como los mencionados Zouk, Food Undercover o Playground y, en la actualidad, se aglutinan en plataformas como Bon Viveur, Hule y Mantel, Mmmagazine, Arrels, Guía Hedonista o la mencionada Gastronomistas, o son colaboradores o parte de la estructura de medios como Tapas, La Vanguardia, Traveler, National Geographic, GQ, Esquire, El Español, ABC, El Heraldo de Aragón, La Voz de Galicia, etc.
Dentro de este grupo generacional hay algunos nombres en los que conviene detenerse especialmente. El primero de ellos es el del catalán Alberto G. Moyano, precursor de distintas tendencias con su plataforma En Ocasiones Veo Bares. Especialmente significativo, por su impacto incluso más allá del ámbito gastronómico, es el trabajo de Ana Vega, quien en ocasiones utiliza el pseudónimo de Biscayenne y que ha conseguido convertir la divulgación histórica de temática gastronómica en un pequeño fenómeno de masas.
Real Academia de Gastronomía
Finalmente, hay que hablar de algunos nuevos formatos que se han consolidado en los últimos años y a los que conviene prestar atención de cara al futuro. Hablamos de podcasts y de newsletters.
Entre los primeros, que en temática gastronómica empiezan a despegar durante la pandemia, quizás en estos momentos el más activo y más popular sea La Picaeta, tal vez junto a Quédate a Comer, dirigido por Cristina Jolonch. Tras ellos han ido apareciendo otros, como el podcast de Hule y Mantel, el de Gastroactitud o el de G de Gastronomía.
Más diverso, al menos por el momento, es el fenómeno newsletter, reciente todavía, pero en el que se pueden identificar ya diferentes voces y formatos. Cabe destacar, entre las de primera generación, la newsletter Panepanna, de Anna Mayer, probablemente una de las plataformas personales no adscritas a un medio con mayor número de inscritos en la actualidad. Y junto a ella, Reflexiones de un Gastrónomo Angustiado, de Albert Molins, la newsletter de Diálogos de Cocina, de reciente aparición, Comerse el Mundo, de National Geographic, etc.
Caso aparte es el de dos newsletters que, sin tratar exclusivamente la temática gastronómica, se acercan a ella desde ópticas personales novedosas y han conseguido un notable éxito de audiencia. Se trata de Madrid No Frills, de la periodista británica afincada en Madrid Leah Pattem y de Nada Importa, del valenciano Jesús Terrés.
Angel Biyanueba
Con todo esto nos encontramos antes un panorama diverso como nunca antes había existido en la comunicación gastronómica en España. Las voces, los tonos y los discursos se multiplican; las plataformas y los formatos proliferan y da la sensación de que nos encontramos solamente al principio de un fenómeno que resulta especialmente esperanzador.
En España nunca se había escrito tanto y tan diverso sobre gastronomía. Nunca había existido una audiencia tan amplia y nunca habíamos tenido tantos medios a nuestra disposición, como tampoco habíamos tenido una generación tan formada, diversa y de enfoques tan plurales como la que se está incorporando al periodismo gastronómico en los últimos años o una audiencia tan amplia. Todavía es pronto para hacer balance, pero lo que sí parece claro es que estamos en un momento de transición en el que está tomando forma el periodismo gastronómico del futuro.