¿Probióticos o prebióticos? Sus nombres causan constantes confusiones. El cambio de una sola letra no parece suficiente para diferenciar dos tipos de productos funcionales que, por otra parte, tienen muchísimo en común.
No obstante, su funcionamiento es lo que determina que su naturaleza sea tan distinta, como ahora veremos. Y no solo es su naturaleza lo que difiere. Podemos encontrar otras divergencias entre ellos que nos permiten, más o menos, clasificar algunas de sus características. Estas, por descontado, implican diferentes aplicaciones y, por tanto, diferentes productos que encontrar en el mercado.
Ambos coinciden dentro del vivo mundo de los llamados “alimentos funcionales”, aunque no siempre está clara la propiedad funcional que ostentan. Los alimentos funcionales son elaborados para cumplir una función específica como puede ser el mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades. En el caso de los probióticos y prebióticos, su funcionalidad es mejorar la calidad de nuestra microbiota intestinal (la mal llamada “flora”) con lo que ayudan a prevenir y mejorar la salud. Hasta aquí sus coincidencias.
Diferencias entre probióticos y prebióticos
En resumen, podemos decir que los probióticos son productos con bacterias potencialmente beneficiosas añadidas para poder incorporarlas a nuestro sistema digestivo. Los prebióticos, en cambio, son alimentos con fibras alimentarias, añadidas o naturales, que ayudan a los microorganismos de los probióticos, y los nativos de nuestro sistema, a realizar sus funciones.
Los probióticos “están” vivos y los prebióticos no
La mayor de las diferencias es que los prebióticos contienen microorganismos, vivos en su definición biológica. Es decir, se mueven, se nutren, interaccionan y se reproducen. Pueden colonizar nuestro intestino y sumarse a la fila de microorganismos que juegan a nuestro favor.
Los prebióticos no. Estos son meras fibras alimentarias de difícil digestión en el estómago. Estas ayudan al tránsito intestinal y, además, al pasar por el intestino son empleadas por la microbiota para alimentarse. De hecho, un probiótico puede contener prebióticos (muchos lo hacen) para ayudar a instalar a estos microorganismos en el intestino. En este caso, por cierto, sigue siendo un probiótico al que se le ha añadido un prebiótico, y no al revés, porque es el probiótico el que tiene la importancia.
Los prebióticos funcionan “siempre”, los probióticos no
Una de las mayores fuentes de debate con respecto a los alimentos funcionales es si se puede demostrar que funcionan. Esto también salpica a los probióticos, pero no a los prebióticos, curiosamente. Sobre los primeros existen dudas fundamentadas de si son capaces de atravesar el estómago y colonizar el intestino de forma efectiva. Y, si lo hacen, si después son capaces de mostrar funciones útiles en él. Esto es complicado de medir, entre otras cuestiones.
Sin embargo, sí que tenemos conocimientos y evidencias clínicas de que los prebióticos, las fibras, ayudan tanto a la digestión como a la supervivencia de la microbiota intestinal. En otras palabras, sabemos que los prebióticos sí que afectan positivamente a la salud, mientras que de los probióticos no podemos decirlo con total y absoluta seguridad, todavía.
Actúan de forma muy diferente en el cuerpo
También puede parecer obvio, pero los prebióticos entran a través del digestivo y, o bien, son consumidos por la microbiota o bien salen con el tránsito. Hasta ahí su interacción con nuestro cuerpo. Sin embargo, los probióticos son mucho más complicados, al menos en la teoría. Y es que estos deben quedarse a vivir, colonizar, el epitelio de nuestro sistema digestivo. Este proceso es mucho más complejo y, encima, no es efímero.
Es más, tiene otras consecuencias ya que cambia el ambiente microbiano existente. Las bacterias compiten con otras bacterias por los mismos recursos, producen otras sustancias y ayudan a digerir de forma diferente. Esto suele ser beneficioso, pero, como ahora veremos, también tiene sus riesgos. En definitiva, no tienen nada que ver en su forma de actuar los prebióticos con los probióticos.
Los probióticos podrían entrañar algún tipo de peligro
Sin ánimo de ser sensacionalista, lo cierto es que existen estudios que apuntan a un potencial peligro por parte de los probióticos en casos de inmunosupresión. Los organismos que pertenecen a la microbiota son, en muchos casos, patógenos oportunistas. Esto quiere decir que, si todo va bien, harán su función, pero, si el ambiente se descontrola, pueden aprovechar para reproducirse de forma descontrolada, provocando una infección.
Aunque todavía falta mucha evidencia al respecto, lo cierto es que se suele desaconsejar su consumo en casos de problemas inmunitarios. Por otro lado, también existe la sospecha de que los probióticos ingeridos podrían sustituir paulatinamente a algunos miembros de la microbiota normal. Esto provocaría, a la larga, que dependamos de su consumo constante para mantener una microbiota sana y evitar una desregulación.
¿Qué es un probiótico y para qué sirve?
Como ya hemos visto, los alimentos probióticos son aquellos que contienen a estos microorganismos que forman parte de la microbiota, y están destinados a reponer o reforzar a esta población en nuestro sistema digestivo. Esto es importante porque nuestra digestión no pasa, únicamente, por descomponer los alimentos con ácido clorhídrico en el estómago.
Una vez que el bolo alimenticio pasa por este órgano, pasa al intestino donde la microbiota sigue descomponiendo y ayudando a las microvellosidades intestinales a absorber nutrientes. Por tanto, podemos decir que los probióticos ayudan a la digestión. Pero, además, también segregan otras sustancias beneficiosas y ayudan a controlar adecuadamente a la microbiota.
¿Qué es un prebiótico y para qué sirve?
Los alimentos prebióticos contienen fibras alimentarias que ayudan a aportar sustrato para estas bacterias que habitan nuestro sistema digestivo. Estas fibras no se digieren en el estómago, por lo que pasan casi como entran al intestino. Una vez allí, los microorganismos las digieren por nosotros y absorben sus nutrientes para crecer más y mejor, además de producir las sustancias beneficiosas de las que hablábamos.
Por otro lado, los prebióticos también muestran otras cosas buenas. Las fibras ayudan a que los alimentos se digieran mejor, reducen el estreñimiento y producen una “matriz” que evita la asimilación demasiado rápida de azúcares libres o hasta el exceso de grasas. Las fibras de los prebióticos son buenas para reducir patologías metabólicas, digestivas y hasta el cáncer.